Definitivamente, nos encanta el Fringe Madrid con sus vicios, defectos y carencias, ya que nos brinda la oportunidad de conocer trabajos ajenos a los circuitos convencionales que, de otra forma, no llegarían hasta nosotros. Pero si hay algo que tenemos que agradecer como público a este festival veraniego es haber puesto en nuestras vidas a una compañía mejicana tan atípica, atómica y excitantemente poco convencional como es Vaca 35. Si ya en la anterior edición nos destrozaron los sentidos con aquella contundente y demoledora "Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar" (Visión intimista y desgarradora basada en "Las Criadas" de Jean Genet) y más tarde supieron extraer la esencia más descarnada de Kundera con "Casualmente", ahora llegan para deleitarnos con el perfume sutil, embriagador y aparentemente vacío con el que visten esta aproximación a las "Tres Hermanas" de Chéjov con un título que lo dice todo "Ese recuerdo ya nadie te lo puede quitar".
SUSURROS DESDE LA BISELLIA
Un lugar de encuentro para nuestros pensamientos.
cabecera
"ESE RECUERDO YA NADIE TE LO PUEDE QUITAR"
"ASCENSIÓN Y CAÍDA DE MÓNICA SELES"
Hay
títulos narrativos, que sugieren procesos, que prometen experiencias
fatales. Aquí, aguardábamos a un
personaje entronizado en un Walhalla de raíz germánica. Aquí se esperan frases
dramáticas, subidas y descensos, redención y condenación, toques sublimes,
trascendencia universal. Aquí se presuponían acordes de Gounod o Wagner, planos de Visconti o Wilder y el aliento
poético de Marlowe o Goethe, en la mejor tradición centroeuropea
(Götterdammerung). Ante un título de tal solemnidad sólo cabía esperar… todo.
"PECERAS"
He necesitado dejar pasar varias semanas y recomponer tranquilamente mis costuras morales para poder escribir sobre “Peceras”. Ya sabíamos que nos enfrentábamos a un texto de Carlos Be y eso siempre produce un vértigo placentero, porque si hay algo seguro con sus trabajos es que nunca te dejan indiferente, para bien o para mal.
En esta ocasión y arropados por Fran Arráez e Iván Ugalde somos invitados a una fiesta privada de la cual es imposible salir indemne. Siendo sincero y para que luego no digan que siempre estamos alabando lo bueno y si no obviando, si intentado pasar de puntillas junto a lo malo, que no consiguieron convencerme del todo con sus actuaciones. Oía una vocecilla interna a lo largo de toda la obra que me repetía: “Falta algo”, ”Les falta algo”. Eso y que todavía me duraba el buen sabor de boca que me habían dejado los dos después de haberles visto, no hacía mucho tiempo, en otra joya de Carlos Be: “Elepé”. Afortunadamente remontan bastante en la segunda parte, aunque aquí jugaban con un factor en contra: Eran eclipsados totalmente por la figura hipnótica de ella, de Carmen Mayordomo. Perdón, de CARMEN MAYORDOMO. Allí estaba esperándonos como la mejor de las anfitrionas, sonrisa deslumbrante y naturaleza muerta en sus manos. Afilada en los bordes hasta el extremo y adoptando pose de junco acerado dispuesta a resistir cualquier embestida del destino. Agasajándonos con su timbre cálido y envolvente que anestesiaba cualquier atisbo de la tormenta que en pocos minutos se nos vino encima.
"CONSTELACIONES"
Este
título sabe a pluralidad, a mundos aislados que luchan por encontrarse y a soledad infinita. Es larga la
tradición de asimilar el espacio con la soledad y la distancia. Kubrick, Bowie y Scott ya hablaban de todo ello. Se
observa todo con la precisión de un taxidermista, pero no se actúa: todo está
ordenado bajo las leyes físicas.
Con
técnica de mosaico, repetitiva pero siempre distinta, se añaden teselas a un
núcleo multiforme, se tallan facetas en el cristal limpio para, tras la sedimentación
vital, seguir observándolo todo a través de la lente implacable del teatro. Es
una historia cuyos límites se expanden de lo particular a lo universal y, como
en las bóvedas de abanico, hay tantas nervaduras como opciones existenciales.
"SOTANO"
De
nuevo La Pensión de las Pulgas nos
invita a recorrer sus tripas estructurales en un tour que huele a humedad,
sombra y secretos. Nada nos espanta ya, pero nos sigue sobrecogiendo la habilidad
para descubrir, nombrar, identificar y asumir nuestros propios fantasmas. El
descenso siempre ha tenido connotaciones negativas en la tradición cultural de occidente,
desde Dante hasta Blake, desde Mena hasta Gounod.
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