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"EL PRETENDIENTE AL REVÉS"

17/02/2014
TEATRO FERNÁN-GÓMEZ


Tirso no es mal arquitecto; conoce el alma humana, sus recovecos, y le gusta jugar con universos de deseos y con algo tan barroco como las apariencias. Sabe tejer tramas de relaciones, de intereses.

"El Pretendiente al revés" no es su ópera prima ni su prima ópera. A Tirso le encantaban los dramas de palacio con enredos amorosos y expone los límites del poder con respecto a las pasiones. Se arriesga a presentar un marido (noble), casado sin amor, enamorado de otra mujer (noble también). En su afán de autodefensa, los sitúa en cortes extranjeras y, sacerdote él, guarda muy bien su sotana para no salpicarla con chaparrones tan mesetarios y asesinos como caen por aquí. Un gobernante no puede permitirse (enseñanza para el pueblo) anteponer sus deseos al orden establecido. Como un sol, su poder ilumina a los súbditos, quienes toman por modelo su actuación. Igualmente, se recomienda (segunda enseñanza) el matrimonio libre, público y por amor.


En una de las escasas representaciones de esta obra, José Maya nos trae a su Compañía (aún nos enamora el recuerdo de "La Mujer por Fuerza", misma sala, similar elenco). Tras haber disfrutado de un ensayo abierto, se captan mejor las sutilezas, los guiños, la inteligencia y la sabiduría de este montaje de vínculos complicados y artificiosos, de estos artesanos vocacionales, preciosistas en el gesto y la palabra, alquimistas del silencio y la expresión. Se han de dar muchos aplausos: al empeño por resucitar con dignidad nuestro pasado, nuestros cimientos, actualizando mensajes nada caducos; a esa entrega convencida a un arte ingrato pero gratificante; a esa comunicación, dentro y fuera, con el público; a ese loable empecinamiento en enriquecer un panorama teatral que, aunque rico y variado, siempre admite más oro entre tantos brillos efectistas. Se deben mencionar detalles de calidad conmovedora: música, iluminación, vestuario y joyería exquisitos, espacio escénico de austeridad conceptista y eficacia rotunda y la dirección de José Maya que, tras haber masticado mucho Siglo de Oro, nos sirve, una vez más, otra mesa pensada para paladares refinados, con un servicio de sala profesional y vocacional (este reparto está, de nuevo, para comérselo).

 Aunque con manjares desusados y preparaciones ya perdidas, el banquete, a pesar de tanto juego de platos y tanto ruido de cubiertos, sigue atrayendo con esa máxima tan familiar: "enseñar deleitando".


FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA:

Duque de Bretaña - José Maya
Leonora,  su esposa - Alicia González
Sirena,  Marquesa de Belvalle - Eliana Sánchez
Carlos, primo de Sirena - José Bustos
Ludovico/Niso/Floro - José Troncoso
Tirso/músico - Tony  Madigan
    
    
Música - Tony  Madigan
Iluminación - José Miguel López Sáez
Vestuario - Miguel Ángel Millán
Producción ejecutiva - Arte-Factor
Distribución - Arte-Factor
Versión y Dirección - José Maya



2 comentarios:

  1. Hacía tanto calor que una gran parte del público intentaba sofocarlo abanicándose con lo primero que pillaba, algunas señoras tuvieron que quitarse las botas y hubo, incluso, algún mareo provocado por el calor sofocante y la falta de ventilación.

    En el Fernán Gómez, desde hace mucho tiempo, hace muchísimo calor y cuando se lo comunicas a los encargados, poco amables normalmente, responden con el latiguillo: “Los actores lo exigen”. Y me extraña: todos los escenarios de Madrid acogen actores y en ningún teatro de Madrid, fuera del Fernán Gómez, hace tanto calor y el ambiente es tan irrespirable.
    A pesar de ello, al final hubo aplausos y varias salidas de los actores. El escenario tan minimalista que no había nada, o prácticamente nada, en contraste con los ropajes de alguno de ellos, era imaginable a través de las palabras del actor multifunción que representaba a un manojo de personajes secundarios.

    Complejo enredo de comedia de celos sin mayor trascendencia, salvo por la complicación del propio enredo y la expresión en verso de dicho laberinto… de pasiones. Cuatro personajes, mucho deseo, todos los equívocos del mundo, el poder pasándose la honra y la dignidad por el bajo de los pantalones, la inocencia, la astucia femenina, la falta de pudor para conseguir lo que se desea, el maduro encandilado con la joven, la madura otra tanto, y al final, la huida, porque no había otro modo de librarse de aquella serpiente de varias cabezas que amenazaba con estrangular a los cuatro.

    Corta, con mucho acierto porque otra hora intentando seguir los enredos y la rima hubiera sido un tormento en las calderas de Pedro Botero. Bien interpretada, divertida y ágil. Un gusto poder escuchar y ver las obras del bendito fraile en el siglo XXI. Los clásicos no pasan de moda.

    http://shina176.wordpress.com/

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  2. En mi opinión la representación de "La mujer por fuerza" fue infinitamente mejor que la de este "El pretendiente al revés". En primer lugar por el humor que había en aquella, por la claridad del enredo y la mejor comprensión del verso que en esta última dificulta, y no poco, la atención del espectador.

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