Tras un título tan evidente, "Ángeles", aunque con carga de ironía implícita, el Teatro del Arte nos convoca a una ceremonia más. Bajo el tapete de un pretendido costumbrismo, bajo la anodina sucesión del tiempo, se destapan tensiones, ansias y mucha violencia. El entorno sorprende: una iglesia (altar, presbiterio, confesionario, vidrieras, incienso) acoge los hechos con eficacia carcelaria. Dentro de este refugio-prisión se desnuda la vida y la memoria subvierte la cotidianeidad. La inocencia encubre el resentimiento, el rito oculta las pasiones, la dureza suplanta el diálogo imposible.
El Padre Pedro y Dante nos acogen con ternura entre sus brazos para llevarnos sonrientes hasta el mismo borde del abismo. Y antes de que podamos reaccionar ya hemos sido lanzados sin miramientos hacia lo más profundo de sus infiernos. Se agradece como espectador la tensión en aumento con que nos desconciertan estos "ángeles fieramente humanos", en palabras de Vicente Alexandre, atrapados en si mismos.
Fede Rey (más que notable para ser su primera incursión teatral) y Jaime Reynolds (perfecta encarnación entre la ternura y la repulsión) nos montan en sus bestias y a horcajadas nos hacen visitar sus muy particulares estaciones. Todo tiene un aroma a rito iniciático, a catarsis, a identificación y reconocimiento de carencias y errores, de secretos y silencios. Tras el recorrido por diversos estados, tras decir lo que el peso de la situación había ahogado durante tanto tiempo, todo regresa a una aparente normalidad y el aire se serena... (Fray Luis de León)
El Teatro del Arte tiene sabor a alquimia privada, a iconostasio. Todo lo que aquí nos brindan nos rocía con un toque de vocación, convencimiento, sinceridad y entrega. Israel Criado, oficiante y maestro de ceremonias, báculo en ristre, sigue en esta línea. Gracias por abrir la parroquia a miradas profanas.
Actores: Jayme Reynolds y Fede Rey
Dirección: Israel Criado
Autor: José Ignacio Serralunga.
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