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"CARA DE CUERO"

15/11/2013
SALA LA USINA


Partiendo de un hecho real ocurrido en Munich en 1987, donde un artista que preparaba una perfomance es asesinado por la policía al confundirlo con un verdadero secuestrador, el autor aprovecha esta situación para vapulearnos con un mundo de sentimiento y sensaciones angustiosas. Angustia que anida en el interior de los espectadores antes de entrar en la sala  y que no los abandonará en ningún momento.
La versión que nos presenta Sebastián Moreno es una continua referencia al mundo del celuloide. No ya por la obsesión del protagonista por la película “La Matanza de Texas” y su motosierra, sino por los arquetipos de los propios personajes que giran y se deslizan por la cuerda floja entre cualquier desquiciado de “Funny Games” y  la desesperación más almodovariana. Aunque la mezcla de los protagonistas nos remite continuamente a esas películas de Lars Von Triar en las que los personajes se solapan, destruyen y aman con tal intensidad que sólo tienen una salida dramática. Todo ello aderezado con una música de lo más adecuada que se mueve entre boleros y rock.


Nos cuentan que el mundo fuera de aquel sótano es asqueroso, pero en realidad es una excusa para no dejar de revolcarse en sus propias inmundicias, aterrados ante la idea de la soledad. Y continúan jugando miserablemente el uno con el otro, porque en realidad ni ella quiera salir de allí ni él está dispuesto a dejarla  marchar ante la idea de tener que enfrentarse con sus propios sentimientos, tan a ras de suelo como el colchón donde copulan, tan tirados y manidos como los discos esparcidos por la habitación. Y ellos mismos nos dan la clave de su pasión: La confianza y el menosprecio. Todo entre medias es pura estrategia.
Juan Orellana y Vanessa Guerra interpretan con absoluto realismo a estos seres autodestructivos que tal y como ellos mismos cuentan, viven el amor en el tiempo de las enfermedades psíquicas. Con un momento emocionalmente surrealista que nos deja helada la sangre en las venas,  al contemplar la incomunicación entre estos dos intensos seres mientras él grita fuera de control  “guau” y ella se ahoga en lágrimas sollozando “miau”.
Se agradecen espacios como Sala La Usina, donde los amantes del teatro podemos experimentar miradas diferentes y saborear el buen hacer de estos alquimistas de historias.

Autor

Helmut Krausser

Dirección

Sebastián Moreno

Compañía

Talamo Teatro

Actores

Juan Orellana
Vanessa Guerra


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