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"EL HUERTO DE GUINDOS"

07/12/2013
LA CASA DE LA PORTERA


Si hay algo que caracteriza las obras de Chéjov es mostrarnos el dilatado paso del tiempo. Da igual que la acción transcurra en un tórrido verano o durante el más gélido de los inviernos; todos los personajes van a deambular dentro de una burbuja, atrapados por su desidia. Lo importante no es lo que vemos, sino lo que nos cuentan; es esa subhistoria en la que nos enteramos de amores y desamores, muertes y traumas, debilidades y tristezas bajo esa leve seda de realidad. Con imperturbable serenidad los personajes desnudan su interior. En esta obra Chéjov lleva al extremo la unidad de espacio, pero nos hace viajar por las esquinas del tiempo. Y Raúl Tejón ha sabido captar perfectamente este ambiente desde la tenue luz que nos acompaña durante toda la función hasta el tono susurrante y embriagador de los protagonistas.
Hay que destacar el completo acierto a la hora de elegir actores para esta obra. Es muy difícil mantenerse en su papel cuando el montaje es tan coral, y aquí están todos perfectos. Consuelo Trujillo (vestida maravillosamente de Lorenzo Caprile) nos regala magnífica presencia y temple encarnando a Andrea, una madre que no quiere mirar de frente a la realidad porque le espanta y que nos brinda momentos gloriosos; Germán Torres, el tío Jaime, viviendo de espaldas a todo porque en el fondo no tiene nada; Alicia González (Dunia) y David González (Tomás), poniendo el contrapunto de guasa y chanza, aunque necesitan salir de allí desesperadamente; Sabrina Praga (Aina), representando esa inocencia siempre a punto de derrumbarse; Carles Francino (Pedro), el eterno estudiante que, como él mismo dice, es una pelusa moviéndose entre dos mundos que nos atrapa con sus discursos y su voz increíblemente pausada y atormentada; Felipe G. Vélez (Fer), ese mayordomo omnipresente amarrado a su pasado y que, como último vestigio, permanecerá olvidado en el huerto de guindos; Nacho Fresneda (López), áspero realista que lucha tan endiabladamente contra lo que no quiere ser que acaba siendo el hacha que tala el árbol y Bárbara Santa-Cruz (Valeria), mujer con los pies en el suelo con el afán de sujetar los despojos de aquella sociedad aferrándose a una ilusión que nunca llega.


Y ese mundo de Chéjov siempre decadente, contradictorio, sin salida, donde todo se desarrolla bajo una placida tensión para mostrarnos sus miserias cuando menos lo esperamos. Enhorabuena, Raúl, por presentarnos tantas escenas memorables y tan bien dirigidas: El desmayo de Andrea, las conversaciones entre Pedro y López “¿Para qué te tocas tanto si no eres capaz de abarcar nada?”, López y Andrea saltando como aves carroñeras en busca de su cetro de poder o esa mano temblorosa y suplicante de Valeria intentando agarrar su futuro, que nos deja el alma tocada.
Y para rematar…”Una notte a Napoli”. Porque incluso sin alas, al cielo nos llevasteis con este “Huerto de Guindos”.
Como siempre, La Casa de la Portera: valor seguro, valor en alza.

Versión y Dirección: Raúl Tejón.
Intérpretes: Consuelo Trujillo, Carles Francino, Nacho Fresneda, Germán Torres, David González, Sabrina Praga, Alicia González, Barbara Santa-Cruz y Felipe G. Vélez.

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