La
Guindalera es un huerto familiar, de frutos delicados y exquisitos, en el que
nos gusta vestir delantal para no mancharnos con tanta vida, con tanta
insultante belleza y sentirnos parte de ese milagroso cultivo convencido y
vocacional, de cosecha nueva y sabores de siempre.
Los
Pastor bucean de nuevo en otra biografía poco convencional, la de Emily
Dickinson, y proponen un espejo alternativo en el que reflejan opciones voluntarias
ante un universo opresivo y siempre descorazonador. Esta mujer decimonónica no
lo tuvo difícil: culta, con posición, norteamericana, elige, en las últimas etapas de su vida, una
renuncia absoluta al mundo y sus pompas, desde una posición de superioridad e
inamovible convicción. Personaje paradójico, Dickinson, opta por abandonar una realidad que ama, una naturaleza organicista con la que juega y, en la mejor
tradición del romanticismo, emprende una vía radical con una placidez sorprendente,
sin tormentos ni dolor.
En
esta prueba de fuerza María Pastor crece, se asienta, abandona algunos gestos y
poses personales y potencia virtudes ya conocidas o presentidas. Bajo la
dirección, discreta y sabia, de Juan
Pastor, nada es casual, todo ha sido meditado, investigado y comprobado. El resultado: otra obra total, con
ambientación estudiadamente caótica, vestuario, maquillaje, iluminación y sonido
en la línea eficaz, sobria y sutil de la casa e interpretación creíble,
cómplice y comprometida.
Como
una brisa cálida soplada desde el más allá se nos presenta esta Bella de
Amherst. Y nos muestra, a través de
retales de vida entretejidos con poemas, el fascinante universo en el que ella
profesó clausura…
Ningún cepo puede torturar
Mi alma en libertad,
Pues detrás de este esqueleto mortal
Se teje uno de más valor.
Mi alma en libertad,
Pues detrás de este esqueleto mortal
Se teje uno de más valor.
Una obra de William Luce
Dirigida por Juan Pastor
Dirigida por Juan Pastor
Actriz : María Pastor
Teatro de la Guindalera
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