cabecera

cabecera
29/09/2012
TEATRO DE LA LATINA


Tsunami Machi.

Era difícil, muy difícil porque todos teníamos en mente a Elisabeth Taylor, pero lo ha conseguido y con creces. Una Carmen Machi absolutamente cruel y devastadora que no se queda atrás ante los embistes sentimentales de su marido. Un magnífico Pere Arqullué que le da la replica en una serie de embustes, reproches, insultos y zarpazos orales que juegan perfectamente con la inteligencia de ambos. Todos intuimos que son una pareja que en algún momento se han tenido que querer mucho, ya que llegar a tal demostración de desprecio y odio, sólo se entiende entre una pareja cuando han estado antes en el otro lado de la balanza.
El retorcido juego al que someten a la otra pareja pone de relieve toda la hipocresía y basura que se esconde bajo la mascara de una sociedad donde cuentan las apariencias, pero sólo hay que rascar un poco para dejar entrever la podredumbre moral que los envuelve. 
Edward Albee hablaba en su obra de una America de los años 50 y es triste comprobar que hoy en día, pululan entre nosotros o tal vez nosotros mismos, tengamos mucho de George y Martha. ¿O quizás no queramos verlo?

Jesús.

1 comentario:

  1. "La Destrucción o el Amor"

    Casi nunca envejecemos bien, y mucho menos si nos aferramos a un pasado que fosiliza nuestros pies, si no dejamos que la vida fluya y nos empape. No podemos ser los mismos a pesar de que creamos y queramos permanecer inmutables.

    Esta obra no ha envejecido bien; surge en una época convulsa y desnortada y no ha de ser juzgada con una mirada actual. Los años pasan y estas angustias no se comprenden bien. La soledad araña y desnuda la realidad, abandonando a los personajes en una red de dependencias y temores, vulnerables y débiles. Sólo la consciencia de su poder destructor los hace creerse vivos, aunque tiempo ha que dejaron de existir, de soñar, de vivir; la terrible soledad es su alter ego; son autómatas que respiran, beben, fuman, consumen y se atacan con ferocidad; sólo así pueden confesar que han vivido... otras vidas. Las suyas yacen olvidadas bajo las cenizas de sus propios incendios.

    Carmen y Pere (otro desembarco catalán) salen magníficamente airosos tras una catarsis colectiva, tras un ejercicio de reconocimiento propio y ajeno que no nos puede dejar indiferentes. Todo es violentamente excesivo: la noche, la compulsión, el lenguaje, los gestos, los golpes, la vida...

    Al final, tras otra noche de vino y rosas, con la luz del alba, amanece otro nuevo día y los ángeles fieramente humanos se van a dormir, a solas con su vacío, a solas...

    Antonio.





    ResponderEliminar

GRACIAS POR COLABORAR CON VUESTRA OPINIÓN