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"HEDDA GABLER" de Henri Ibsen


24/03/2012
TEATRO DE LA ABADÍA

5 comentarios:

  1. Esta obra produjo encontradas reacciones... a mí, personalmente, me gustó mucho... desde su frívolo comienzo hasta su trágico desenlace...

    Besos y gracias por proponernos este blog...

    Carmen

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  2. Gracias guapa. A mí me gustó bastante. Ya sé que se podían haber esmerado un poco al traducir el texto, pero me encantó la puesta en escena y bueno, me gusta mucho Laia Marull y creo que supo darle al personaje esa mezcla entre absoluta frivolidad y locura desesperada. Ah! Y la música un diez. Jesús.

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  3. Sí... la música estuvo genial, jejejejejj... y a mí también me gustó la mezcla entre absoluta frivolidad y locura desesperada... con un toque de desprecio, cinismo, egoísmo... todo para enmascarar a una persona desesperadamente falta de una "vida real" que no sabe cómo salir del personaje que le han marcado...

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  4. Pues a mí Laia Marull no me gustó. Me pareció que estaba mal dirigida y su papel de Némesis arrolladora se quedó en la mitad, alejándose peligrosamente del texto y el espíritu originales

    ¿Por qué un guión en versión castellana no ha sido traducido directamente de la lengua en que fue escrito? Sorprende el paso intermedio (traducir = traicionar) a través del catalán (derechos de traducción innecesarios, pagados por... a...? tal vez; nunca lo sabremos.) lo que llama la atención son los errores de principiante en la traducción: localismos, giros y expresiones ajenos a la meseta (Madrid) con toques (brochazos) del catalán, que no vienen a cuento, especialmente en una obra cuyo origen no es precisamente subpirenaico.

    En fin, una vez más, riqueza de medios materiales para un resultado pobre, de una frialdad glacial, ya algo frecuente en estas coproducciones Teatro Lliure-Abadía.

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  5. Es siempre peligroso adaptar una obra que tiene un contexto muy específico, y el caso presente es modélico. Casa de muñecas, que pudimos ver hace un par de años, resultaba algo rancia, pero la ambientación de época permitía apreciar y entender la obra a la perfección. Modernizar a la señorita Gabler y lanzar un mensaje decimonónico produjo desconcierto: no tenemos a una señora asfixiada por la sociedad, rebelándose con los medios a su alcance, sino una histérica cuyas reacciones son una locura, un completo sinsentido.
    Una producción estridente, con algún buen efecto de ambientación -los email vistos a lo grande-, pero fundamentalmente vacía, y no ha sido Ibsen.

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